Míriam Raventós. Nací en Barcelona en 1964. Cuando yo era pequeña mi madre ya hacía yoga, pero a mí me parecía un poco extraño…
Tuve que crecer para interesarme por el yoga y, con más de treinta años, empecé la formación para ser profesora. Esta decisión fue el principio de un cambio muy grande. Desde entonces, el yoga me acompaña siempre y me ayuda a llevar una vida sencilla y bonita. Le estoy muy agradecida.
¿Pero es necesario hacerse mayor para descubrir el yoga? No, me parece que no hace falta; por eso he escrito este cuento.
En la universidad estudié traducción e interpretación. Aunque he estudiado lenguas, soy una enamorada del silencio. En silencio me siento en comunión; no me siento nunca sola ni aislada.
Vivo en Bellaterra con mis hijos, que van y vienen, y dos perras que cada día me sacan a pasear por el bosque. ¡A ellas también les doy las gracias! Me gustan mucho la montaña y la música. Y trabajo en cosas diversas, algunas relacionadas con el yoga, como la dirección de Proyoga, la sala de yoga que mi madre fundó en 1985.